Múltiples factores confluyen en este hábito peligroso y que puede tener consecuencias negativas. Cada vez son más las personas que recurren, por sus propios medios, a la toma de un medicamento con el objetivo de tratar un dolor o contrarrestar una molestia.
Entre los más utilizados se encuentran los remedios para la acidez y los relajantes musculares. Un aspecto que incide es la publicidad, cada vez más numerosa y llamativa. Además, si bien subsisten algunas farmacias tradicionales, las nuevas cadenas de farmacias han aumentado sus dimensiones y se parecen a centros comerciales.
Por definición, se refiere al uso de medicamentos por iniciativa propia, sin que exista ningún tipo de intervención por parte del médico en el diagnóstico, en la prescripción ni en la supervisión del tratamiento.
La automedicación podría considerarse responsable cuando consiste en administrarse por los propios medios un determinado fármaco con el único objetivo de tratar síntomas menores como pueden ser el dolor o la fiebre, pero únicamente por un tiempo muy limitado.
También hay que considerar el hecho de contar con antecedentes exitosos respecto a la utilización de esa medicación, que además no debe haber sido ingerida de manera sistémica sino esporádica.
Los medicamentos de venta libre no se convierten por eso en seguros e inocuos, dado que “ningún medicamento lo es cuando se lo toma fuera del contexto y del propósito para el que fue fabricado”. La publicidad masiva del rápido alivio hace correr el riesgo de caer en la automedicación no responsable. La automedicación es un hábito muy frecuente y está muy extendido en la población.
Sin tener conocimientos médicos, muchas personas toman la responsabilidad de su propia salud y la de sus amigos o familiares en sus manos. Sin ningún reparo, sugieren remedios contra toda clase de dolencias sin tener en cuenta las consecuencias que pueden ocasionar.
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