Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) dejar de fumar es lo más importante en materia de salud que un fumador puede hacer a lo largo de toda su vida, no sólo para vivir más tiempo, sino que para mejorar la calidad de sus vidas.
Si bien dejar de fumar no es fácil, se puede lograr. Un 3% de los fumadores que lo intentan solos se mantiene abstinente al año. Esto refleja lo difícil de esta tarea, así que si se lo propuso muchas veces y recayó no se desanime, es cuestión de buscar la ayuda adecuada.
Hay una frase célebre de Mark Twain: “Dejar de fumar es fácil, yo lo he hecho más de mil veces”. Lo difícil es mantenerlo. Ahora veremos cuál es la causa.
Es una sustancia que se encuentra en forma natural en el tabaco. Es más adictiva que el alcohol, la heroína o la cocaína. Produce dependencia física con lo cual al discontinuar su uso genera síntomas de abstinencia. Además genera una dependencia mental y emocional que dificulta mantenerse alejado de la nicotina una vez que se ha dejado de fumar.
Cuando se inhala el humo de tabaco, la nicotina se absorbe rápidamente en los pulmones y se distribuye por todo el organismo contribuyendo a la aparición de múltiples trastornos. A nivel cerebral la nicotina causa una sensación agradable que distrae al fumador de las sensaciones displacenteras (ira, enojos, falta de confianza, soledad, etc.), lo cual provoca que la persona quiera fumar nuevamente. Con el tiempo el sistema nervioso del fumador desarrolla una tolerancia a estos efectos, por lo que requiere cada vez más cantidad para obtener las mismas sensaciones.
Luego de fumar, la cantidad de nicotina en el cuerpo disminuye paulatinamente, las sensaciones placenteras desaparecen y el fumador nota que necesita otro cigarrillo. Puede ser que si lo pospone se sienta irritado o ansioso. Cuando vuelve a fumar, las sensaciones desagradables desaparecen y se reanuda el ciclo.
Hoy la OMS reconoce al tabaquismo como una enfermedad que está dada por la dependencia a la nicotina.
Pueden aparecer algunos de los siguientes síntomas cuando se deja de fumar: Mareos, depresión, sentir frustración, impaciente e ira, ansiedad, irritabilidad, trastornos del sueño, incluyendo dificultades para dormir o para mantener el sueño, soñar cosas desagradables o hasta tener pesadillas, dificultades para concentrarse, intranquilidad o aburrimiento, dolores de cabeza, cansancio, aumento del apetito, aumento de peso, estreñimiento y gases, tos, boca seca, dolor de garganta y goteo nasal, opresión en el pecho, ritmo cardiaco más lento. Pero a no desanimarse porque de esta lista tan exhaustiva en general sólo aparecen algunos de ellos y además desaparecen rápidamente al continuar sin fumar.
Afortunadamente hoy en día contamos con fármacos que ayudan a dejar de fumar ya que disminuyen los síntomas de abstinencia.
Pero es importante destacar que los medicamentos (parches, chicles y comprimidos de nicotina, como los desarrollados para dejar de fumar que se toman por boca) no son mágicos. No van a tener un efecto duradero si no tenemos la firme convicción y propósito de dejar de fumar.
Mientras una persona es fumadora utiliza a la nicotina como anestésico para aquellas situaciones que le resultan desagradables. Cuando deja de tener esa anestesia tiene que lidiar con estas circunstancias de otra manera.
Esto genera un cambio, pues ya no va a fumarse la bronca o la frustración, o aquella situación que le genera ese dolor moral. Entonces es inevitable que su reacción frente a las mismas situaciones sea diferente.
Es importante primero reconocerse en esa situación de dificultad y dependencia, aceptarse como tal, porque de nada vale enojarse consigo mismo o autocastigarse. Recordemos que el tabaquismo es una enfermedad; nadie se enoja con el diabético o le echa la culpa al hipertenso porque los nervios le hacen subir la presión.
Crear un ambiente de contención y de ayuda es muy importante. Por eso es de suma importancia que comunique a todo su entorno (familiares, amigos, compañeros de trabajo) su decisión de abandonar el cigarrillo. Aquí podrá diferenciar a aquellos que le brindarán ayuda de los que no y apoyarse en los primeros.
Busque la ayuda adecuada para usted. No sienta la omnipotencia de pensar que si nadie me obligó a fumar, tengo que poder hacerlo solo/a. Es una tarea ardua pero no imposible y no es necesario sufrir inútilmente.
Dejar de fumar le traerá algunos beneficios que notará casi de inmediato y otros que aparecerán a lo largo del tiempo. Algunas de las más inmediatas son: mejor aliento, dientes más blancos, desparece el olor desagradable en la ropa y el cabello, igual que el color amarillento de los dedos y las uñas, recupera el sentido del olfato y del gusto, tendrá más capacidad para las actividades que realiza habitualmente (por ejemplo, subir escaleras, quehaceres domésticos, etc.).
Con el tiempo comenzarán a aparecer muchas más, sobre todo en la esfera anímica y psicológica donde cabe destacar la enorme satisfacción de estar logrando algo en beneficio propio.
Dejar de fumar devuelve la libertad
Descubrir la libertad de no fumar es un privilegio de los fumadores
Anímese a descubrir esa libertad y a disfrutarla.
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