Una enfermedad autoinmune es una condición patológica en la cual el sistema inmunitario se convierte en el agresor que ataca y destruye a los propios órganos y tejidos corporales sanos.
Normalmente, el sistema inmune distingue lo propio de lo extraño y nos defiende de agentes externos como los virus o bacterias. En las enfermedades autoinmunes, existe una respuesta inmune exagerada que destruye los propios órganos y tejidos corporales sanos. El sistema inmune deja de reconocer lo propio y genera un auto-ataque de los constituyentes del individuo, actuando como si estos fueran agentes extraños al mismo.
El nombre o tipo de enfermedad autoinmune dependerá del órgano o sistema afectado. Cuando la pérdida de la tolerancia inmunológica genera un daño puntual, los autoanticuerpos o las células autoinmunes destruyen sólo un tipo celular. Esto sería lo que ocurre en las células beta del páncreas, en pacientes con diabetes mellitus tipo 1. El ataque puede ser general como ocurre en el lupus eritematoso sistémico donde las manifestaciones clínicas son múltiples.
Existe un componente hereditario (ciertas combinaciones genéticas) y factores ambientales que son desencadenantes para activar finalmente el sistema inmunitario. Estos son muy variados e incluyen: infecciones, fármacos, vacunas o inmunizaciones, alimentación, deficiencias nutricionales, toxinas como el tabaco o agentes químicos, factores psicológicos, hábitos higiénicos, socioeconómicos, sanitarios, cambios hormonales y factores climáticos, entre otros.
Las enfermedades autoinmunes se identifican con la presencia de manifestaciones clínicas anormales persistentes características, y la realización de estudios complementarios orientados según la sospecha diagnóstica.
Los síntomas varían ampliamente dependiendo del padecimiento del individuo, la agresividad de la enfermedad, la localización de la respuesta inmunitaria y la tendencia genética del paciente. En muchos casos los primeros síntomas son el dolor articular y muscular, la febrícula, la fatiga, el malestar general, la pérdida de peso o los síntomas neurológicos entre otros, dependiendo del tipo de patología.
Para diagnosticar una enfermedad autoinmune en general se requiere de la demostración de autoanticuerpos. Sin embargo, la mera presencia de autoanticuerpos no necesariamente establece una relación causa-efecto. Por dicho motivo es fundamental conocer las manifestaciones clínicas que caracterizan a cada patología y los grupos etarios mayormente afectados, para poder definir junto con la historia clínica y los antecedentes familiares, el grado de sospecha diagnóstica previo a la solicitud de estudios (alta, media o baja probabilidad de padecer una determinada enfermedad). Esto será entonces complementado con la solicitud de estudios clínicos pertinentes, conociendo de antemano la utilidad de los mismos (posibilidad de falsos positivos)
Las enfermedades autoinmunes, son en su mayoría enfermedades crónicas, esto significa que deberán tratarse durante toda la vida.
Aun no se ha encontrado cura para este tipo de patologías, por lo que el tratamiento estará dirigido a reducir y controlar los síntomas, la progresión de la enfermedad y las incapacidades que ésta pueda generar: el objetivo final es controlar al sistema inmunológico. Al tratarse de enfermedades distintas y específicas el tratamiento varía para cada una de ellas. Los medicamentos utilizados incluyen una variedad de compuestos inmunomoduladores, entre los que están incluidos los corticoides. Estos medicamentos se deben administrar con precaución y bajo control médico estricto, ya que tienen efectos secundarios importantes.
Las enfermedades autoinmunes suelen presentarse con mayor frecuencia en mujeres, en adultos jóvenes o de mediana edad y en pacientes con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes. Las mismas se diagnostican cada vez con mayor frecuencia, debido principalmente al mayor conocimiento y a la mejora en los métodos de diagnóstico de las mismas.
Las enfermedades autoinmunes, son en su mayoría enfermedades crónicas con alto riesgo de morbimortalidad. Las mismas tienen un impacto adverso en la calidad de vida de los que las padecen así como a nivel de la sociedad, por la gran utilización de recursos en salud. La identificación de una enfermedad autoinmune en sus etapas iniciales permite la mejor oportunidad de evitar o al menos retardar los posibles daños irreversibles en los órganos o tejidos objetivos.
Algunos ejemplos de este tipo de enfermedades son: el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoidea, la esclerodermia, la hepatitis autoinmune, las vasculitis.
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