El infarto de miocardio se produce por la obstrucción de una arteria coronaria, que son aquellas que nutren al corazón. Esta es la principal causa de muerte a nivel mundial, en donde se registran 14 millones de casos por año, y a su vez también lo es a nivel local, por arriba del cáncer y de otras enfermedades infecciosas como el SIDA.
Una de las mayores complicaciones es que es silente, por lo cual generalmente se gesta muchos años antes de que se presente el resultado final. Son pocas las personas que tienen síntomas previos, y habitualmente estos se producen en etapas cercanas al infarto, denominadas pre-infarto. Por tal motivo, todo paciente que sienta dolores precordiales, es decir, en la región del tórax, que tengan irradación al brazo izquierdo y a la mandíbula debería visitar a un profesional. Cuando a ese tipo de dolencias se les suma la pérdida de conocimiento, la falta de aire, y los mareos, se debe consultar al médico con urgencia.
El 90% de los infartos se produce por uno o varios de los siguientes factores de riesgo:
Todas estas causas podrían ser evitables, y ahí radica la importancia fundamental de la prevención.
Esto no significa que sea una enfermedad totalmente prevenible, ya que hay otros factores que son inherentes a la carga genética de cada uno, como los antecedentes familiares o el sexo, ya que los hombres tiene más predisposición a infartarse que las mujeres, al menos hasta que estas cumplan la etapa menopáusica. También es importante la edad, los mayores de 70 años tienen mayores riesgos por el envejecimiento de las arterias.
Al ser una enfermedad que no presenta síntomas previos, es muy importante tratar de detectarla antes que se manifieste clínicamente, es decir, llevar a cabo lo que se denomina “prevención primaria”.
Para ello es aconsejable, a partir de los 30 años, realizar controles clínicos y/o cardiológicos periódicamente. Allí el profesional le efectuará estudios como el ecocardiograma, y el electrocardiograma de reposo y/o de fuerza. También se podrá llevar a cabo una ergometría, con lo cual se abarcaría el riesgo global del paciente. Luego, de acuerdo a los resultados, se avanzará o no con estudios de mayor complejidad.
En esta etapa preventiva, los médicos se focalizan en identificar si el paciente está dentro de los parámetros que denominamos riesgosos, para luego hacer hincapié en la recomendación de medidas higiénico dietéticas.
Estas son:
Para aquellos pacientes que ya tuvieron un infarto se practica la “prevención secundaria”, con la cual se busca evitar que sufran otro. Los métodos son similares, pero se agregan medicamentos que potencian los efectos de control sobre los lípidos o la hipertensión, según cada caso en particular.