Uno de los problemas más importantes de la hepatitis, es que la mayoría están subdiagnosticadas, es decir, no tienen una expresión clínica clara, que pueda ser captada y diagnosticada en forma rápida.
La OMS calcula que hay alrededor de 500 millones de personas en el mundo con hepatitis, 1 de cada 12 personas, y el mayor problema es que al ser una enfermedad asintomática, la gente no lo sabe.
Por este motivo hay que poner el foco en aumentar la visibilidad del problema.
Es importante que la hepatitis sea diagnosticada en la atención primaria de la salud, a través de la solicitud de estudios específicos. El especialista de hígado está en el final del recorrido, por lo son los médicos clínicos, de familia, de atención primaria, es decir, todos aquellos que tienen el primer contacto con el paciente y la familia lo que deben solicitar los estudios adecuados.
Muchas veces el médico clínico observa en los estudios de rutina que hay alteraciones o inflamación en el hígado, y en n ese momento solicita la serología, un estudio específico de la hepatitis. El problema deviene cuando el paciente tiene un hepatograma normal, y a pesar de ello es portador de una hepatitis.
Mi sugerencia entonces, es no esperar el síntoma o la alteración de laboratorio, sino solicitar la serología convencional en los controles de rutina. Hay que remarcar que estos estudios son fáciles y no son costosos.
La hepatitis A. Es la más benigna, nunca evoluciona hacia la cronicidad, y en Argentina el 80% de la población por arriba de los 20 años tiene anticuerpos contra este tipo de hepatitis. Habitualmente se contagia a través de aguas contaminadas.
Hasta hace muy poco tiempo era un problema muy serio en la Argentina, siendo la causa N° 1 en población infantil y adolescente de trasplante hepático y hepatitis fulminante, pero gracias al estado y a la responsabilidad de las distintas entidades que trabajan en este sentido, hoy tenemos vacunación obligatoria y se logró erradicar la hepatitis fulminante A.
La hepatitis B. La gran mayoría de los países del mundo tienen un plan de vacunación para este tipo de hepatitis.
El contagio se produce a través de las vías sexual y sanguínea, por ejemplo, compartiendo agujas en la inyección de drogas endovenosas, o a través de herramientas para realizar tatuajes o piercings que no hayan sido higienizadas correctamente.
Es por ello que habitualmente se pone el foco de la prevención en la población adolescente, sobre todo en los comienzos de su vida sexual.
La hepatitis C. Desgraciadamente es la que mayor impacto tiene en el mundo en la actualidad, ya que no tiene una vacuna específica.
El 50% del contagio se produce por vía transfusional, es decir, pacientes que han sufrido transfusiones, sobre todo antes de los 90´, que es el período en el que comienza a detectarse la hepatitis C
Cualquier persona que haya sido transfundida antes de ese período debería realizarse obligatoriamente un test de hepatitis C.
El problema de la hepatitis B y en mayor grado la C es que evolucionan hacia la cronicidad.
Estas se transforman en la principal causa de trasplante en el mundo, y la principal causa de desarrollo de hepatocarcinomas, carcinoma hepatocelular (el tumor mas frecuente primario del hígado).
¿Cómo actuar?
El hepatograma que se realiza en los chequeos de salud habituales permite saber si el hígado funciona adecuadamente, pero no si existen anticuerpos que nos protejan contra alguna de estas hepatitis. Sin embargo, con un análisis de sangre especialmente dirigido pueden estudiarse las tres hepatitis para poder luego actuar en consecuencia.
Aunque existen drogas para tratar la Hepatitis B y C crónicas, mucho mejor es prevenirlas. Existe una vacuna contra Hepatitis A, una contra Hepatitis B y una que combina ambas Hepatitis, A y B. Son vacunas muy seguras, que están disponibles en el vacunatorio del hospital.
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