La prevención significa evitar que algo ocurra. De acuerdo con esto, todo lo que hace la medicina es prevención. Los médicos tratan de prevenir la enfermedad, la muerte, la discapacidad, el sufrimiento y la insatisfacción.
Si vamos a aplicar esta definición para la prevención, entonces, pareciera que la salud depende totalmente de la medicina lo que claramente es falso: estar sano es mucho más que lo que puede apreciar la medicina.
Curar (a alguien enfermo) es el intento por terminar con la enfermedad. El contrato con quien enferma es: curarlo.
La prevención –en personas sanas- significa evitar que padezcan una enfermedad terminal ó que se vea alterada su calidad de vida por esta última.
El objetivo es lograr la prevención sin dañar o alterar la salud. El contrato con una persona sana es: no dañarla. Es importante resaltar, que los estudios no son inocuos: pueden dañar durante su realización o generar molestias porque provocan otros estudios, preocupaciones y por lo tanto impacto psicológico y orgánico.
Las medidas preventivas habituales son: vacunar, aconsejar sobre estilos de vida (tóxicos, dieta, actividad física), pesquisa de enfermedades a través de chequeos y la utilización de medicamentos para prevenir enfermedades.
La prevención primaria significa evitar enfermedades. Sin embargo, pocas cosas lo logran: vacunas, no fumar, hacer actividad física, comer sano. Otras medidas comunitarias tales como cloro y flúor en el agua, utilización del casco en ciclistas o quienes manejan motos, cinturón de seguridad, no fumar en lugares públicos, también contribuyen a la prevención.
La prevención secundaria se basa en buscar y detectar una enfermedad asintomática y tratarla para evitar que provoque daños futuros. Se mezcla la situación de enfermedad asintomática con el concepto de factor de riesgo.
¿Es lo mismo tener un factor de riesgo que tener una enfermedad? ¿Tener un factor de riesgo asegura que vamos a tener la enfermedad? ¿O que, tratándolo, nos vamos a librar de la enfermedad? La respuesta a estas preguntas es que alguien que tiene un factor de riesgo no está enfermo y debemos, con las mejores pruebas científicas, decirle de manera transparente qué probabilidad tiene con el tratamiento de librarse de la enfermedad y qué alteraciones puede provocar la medicación que le proponemos.
La prevención secundaria consta de dos pasos relacionados:
La prevención terciaria es otra manera de llamar al tratamiento de enfermedades crónicas. Se le ofrece a una persona enferma un tratamiento para evitar que se complique su enfermedad -no para curarlo-. El compromiso es ofrecerle un tratamiento efectivo para evitar complicaciones y/o prolongar el tiempo de vida.
El médico debe saber responder y responderse, antes de proponer alguna de estas prevenciones mencionadas, si lo que propone está probado científicamente, si hay más de un estudio con el mismo resultado en personas como la que lo consulta y si se conoce cuál es la máxima y la mínima utilidad del estudio propuesto.
Se pueden prevenir algunos cánceres, pero no todos. No todos los cánceres son iguales. Algunos crecen rápidamente y otros más lentamente.
El diagnóstico precoz solamente sirve en aquellos cánceres que no tienen una evolución lenta; habitualmente en los cánceres de evolución lenta no se logra modificar su curso natural; el cáncer va a provocar la muerte en el mismo tiempo, se diagnostique o no precozmente.
Si un tipo de cáncer tiene evolución fulminante, no hay medida preventiva ni diagnóstico precoz que sea útil.
La prevención cuaternaria es el conjunto de recaudos que tiene que tomar el médico, y dar a conocer a quien lo consulta, para evitar proponer estudios y/o tratamientos que dañen al paciente.
Los estudios complementarios no son inocuos. Su realización puede provocar daños psicológicos, sociales y orgánicos. Su realización debe ser acordada con quien consulta en un proceso de decisiones compartidas, a través de una transparente transmisión de la mejor evidencia médica disponible.