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Sarampión ¿Por qué es importante vacunarse?

Dra. Cristina Freuler - Jefa del Departamento de Medicina Interna 

 

En la actualidad, estamos en presencia de algunos casos de Sarampión. Pareciera que tantos años con muy escaso número de enfermos nos llevó a olvidar la gravedad de este mal.

En la época previa a la vacuna, que se aprobó en 1963, morían 2 millones y medio de personas por año. En 2016 murieron cerca de 90 mil y esto sin contar a quienes quedan con lesiones crónicas o secuelas. Son cifras demasiado altas para una enfermedad que podría ser erradicada, tal como lo fue la viruela. A la luz de los conocimientos actuales queda claro que prevenir la enfermedad es mucho mejor que padecerla.

¿Qué es el Sarampión?

El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas, incluso mucho más que el Ébola, que tanto revuelo causó hace unos años. Está causada por un virus (de la familia paramixoviridae) que se transmite por aire o por contacto directo, es decir manos y elementos contaminados. El virus ingresa por el tracto respiratorio y se extiende al resto del organismo.

¿Cuáles son los síntomas?

El primer signo suele ser fiebre alta, unos 10 a 12 días después del contagio. Se agrega rinorrea (mocos por la nariz), conjuntivitis, y una erupción fugaz dentro de la boca, y que involucra luego el rostro, la parte superior del cuello y se extiende por todo el cuerpo hasta manos y pies.

¿Cuáles son los grupos de riesgo?

Las complicaciones y las muertes son más frecuentes en menores de 5 años y mayores de 30 años y se deben a encefalitis (compromiso del tejido cerebral), neumonía y/o deshidratación. Las secuelas más graves son la ceguera, la discapacidad intelectual y la panencefalitis esclerosante subaguda, entidad que se presenta años después de “curado” el sarampión y lleva a una destrucción progresiva del cerebro.

¿Hay tratamiento?

No existe ningún tratamiento antiviral específico. La ciencia todavía no puede ayudar a quien se enfermó, pero existe una vacuna para prevenirla.

Mitos en relación a la vacunación contra el Sarampión

1

Tener sarampión es mejor y tiene menos riesgos que vacunarse. Falso
La mortalidad por sarampión es de 1-3 casos cada 100 enfermos mientras que los riesgos de la vacuna son:
Problemas moderados y pasajeros: Dolores articulares, disminución de plaquetas, convulsiones febriles (1 cada 3000 – 30000 casos).
Problemas severos:
– Alergia grave: menos de 1 cada millón de dosis.
– Sordera o daño cerebral: son tan poco frecuentes que no se pudo determinar ni descartar si realmente fueron provocados por la vacuna.
– Autismo: Se descartó que lo produjera la vacuna, se demostró que se debe a una alteración genética que trae el niño desde el nacimiento.

2

La vacunación es incompatible con la homeopatía. Falso
La homeopatía es una “disciplina que se fundamenta en la aplicación de pequeñas cantidades de sustancias que, si se aplicaran en grandes proporciones a un individuo sano, producirían los mismos síntomas que se pretenden combatir” (concepto muy parecido al de las vacunas). Tanto la Sociedad de Homeopatía de EEUU como nuestra “Asamblea Nacional de Homeopatía” (ANH) tienen declaraciones destacando que homeopatía y vacunas no son términos incompatibles.

3

La vacuna puede traer riesgos en la salud debido a los “conservantes” que contiene. Falso
Los problemas sobre la seguridad del tiomersal (compuesto derivado del aluminio) se plantearon a finales de los años noventa basándose en que la cantidad de mercurio que se acumularía por la aplicación de todas las vacunas incluidas en los calendarios infantiles podría ser superior al límite recomendado para el metilmercurio. Sin embargo, el tiomersal contiene etilmercurio, que se descompone mucho más rápidamente que el metilmercurio y no se acumula en el organismo. La OMS, y varios grupos de expertos independientes luego de más de 10 años de estudios coinciden en que no hay pruebas de que la cantidad de tiomersal utilizada en las vacunas suponga un riesgo para la salud.

4

No es necesario vacunar a los chicos si no hay riesgo de contagio en el hogar. Verdadero, pero…
Este argumento es cierto siempre y cuándo evitemos que tengan contacto con ningún otro niño o individuo que pueda padecer la enfermedad, al menos hasta los 3 años de vida. Por otro lado, hay personas que tienen contraindicada la vacuna y se protegen indirectamente si su entorno la ha recibido. La vacunación tiene por lo tanto también un impacto en toda la sociedad que deberíamos tener en cuenta.