Esta pregunta le parecería tal vez demasiado simple y fácil de responder a cualquier persona de los siglos XIX y XX, ya que la tuberculosis constituía entonces el paradigma de la enfermedad incurable y su presencia era familiar para todo el mundo. Sin embargo, preguntarnos por ella se hace hoy pertinente debido a que la conducta, la distribución geográfica y el significado social de esta enfermedad han cambiado radicalmente todos estos años. Es por ello que debemos seguir pensando en la tuberculosis, evaluar su genio, sus particularidades.
La tuberculosis es una enfermedad causada por una bacteria denominada Mycobacterium tuberculosis, que afecta principalmente a los pulmones, pero también a otras partes del cuerpo como los riñones, los huesos de la columna vertebral, el sistema nervioso central y prácticamente cualquier otra parte del cuerpo. La infección se transmite de persona a persona a través del aire. Se produce cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda, escupe, canta y habla. De esta manera, el enfermo expulsa pequeñas gotitas (llamadas gotitas de Flügge) con los bacilos tuberculosos al aire. La persona que se encuentra cerca los puede inhalar y quedar infectada. Esta afección se puede prevenir y también curar, pero de no tratarse puede ser mortal.
Las personas que se enferman de tuberculosis tienen síntomas como tos, fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso. No pocas veces estos síntomas son persistentes pero tolerables y los enfermos pueden pasar mucho tiempo antes de procurar ayuda médica y mientras tanto seguir esparciendo los bacilos y con ellos la enfermedad.
Hay personas que son más susceptibles a infectarse y otras que al tener contacto con el bacilo logran salir indemnes. Las más predispuestas son aquellas personas cuyo sistema inmunológico está deteriorado (personas con HIV, desnutridos, fumadores, diabéticos) y también aquellos que trabajan o viven en lugares donde exista hacinamiento (viviendas precarias, cárceles, fábricas con espacio deficiente), todas condiciones que se agravan al empeorar las condiciones socioeconómicas.
Si bien en la Argentina la tasa de notificación ha registrado un leve descenso con respecto a lo observado en años anteriores, continúa existiendo una considerable brecha entre las diferentes jurisdicciones del país, con elevada concentración de casos en provincias como Salta, Jujuy y Formosa cuyas tasas duplican prácticamente la media nacional. A su vez, la provincia de Buenos Aires y la CABA notifican la mitad de los casos de todo el país. Este panorama de desigual distribución de la enfermedad en nuestro país dibuja por lo tanto un escenario epidemiológico preocupante, que requiere especial atención.
El Ministerio de Salud de la Nación considera muy importante distribuir entre la población cuatro ítems cuyo conocimiento es clave para el control de esta enfermedad:
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