Rafael: paciente tratado de una hemiparesia

Me llamo Rafael y esta es mi historia. En 2002 me fui a vivir a Calafate, Santa Cruz, para desarrollar un proyecto junto a mi familia. Al poco tiempo, de forma sorpresiva sufrí un grave accidente automovilístico.

Desperté varias semanas más tarde, luego de haber estado en coma 3 en una terapia intensiva. Hablar era una complicación y no podía ni bañarme sólo. Más allá de esto, en el fondo sabía que era un afortunado porque me había salvado de milagro. 

Tardé meses en recuperarme. Estuve rengo por más de un año. Y en un principio, poder caminar era todo un logro. En mi rehabilitación, visité Buenos Aires y consulté a distintos especialistas del Alemán.

A partir de mi entrevista con profesionales del Servicio de Neurología del Hospital Alemán, volví al sur para continuar con mi rehabilitación y con mi proyecto de vida. 

Gracias al Hospital Alemán, recuperé la confianza para rehabilitarme y volver a correr.

Desde el accidente, tengo una hemiparesia del lado izquierdo de mi cuerpo (disminución de fuerza motora que afecta un brazo y una pierna). Pero no permití que frene mi impulso. 

Así, a través del running, mi vida dio un giro transformador. El destino me llevó a correr en las montañas. Y las montañas, grandes maestras, me cambiaron la vida.

Con ellas, aprendí que la motivación más fuerte se encuentra dentro de uno. Y que si realmente queremos algo, ni el viento más fuerte nos puede parar. Mi objetivo era revertir mi estado adverso y superarme todos los días. Como me dijo una vez mi hijo, Pablito: “El éxito no es ganar, sino nunca rendirse”. 

Y así, desde un principio, corro sin el interés de ganar premios o medallas. Sino, simplemente, con el afán de explorar hasta dónde puedo llegar.

Aquel día del accidente, nadie hubiese imaginado que ese joven en coma 3, podría correr 160km en las montañas. Pero, curiosamente, fueron ellas, las montañas, quienes me enseñaron que somos el profundo deseo que nos impulsa. 

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