Roberto: paciente trasplantado de hígado

En el “Día del Padre” uno suele celebrar el «ser». El ser padre. Pero luego de una experiencia trascendental como recibir un trasplante de hígado, me di cuenta de que también debemos festejar el hecho de «estar».

Estar presente durante la crianza y simplemente disfrutar el hecho de ver crecer a nuestros hijos. Ellos son el mejor regalo que nos puede ofrecer la vida. Junto a ellos conocí el amor incondicional y eterno.

Así, fue mi familia la que me dio la energía necesaria para transitar todo mi proceso de sanación. Sabía que por mis hijos iba a realizar todo lo que estuviera a mi alcance para que no se quedaran sin padre a una edad tan temprana. Y por mi esposa, para no dejarla sola en la tarea de criar a nuestros hijos.

Hoy, celebro ambas cosas: El poder ser y el poder estar. Me siento afortunado y agradecido con esta nueva oportunidad que la vida me otorgó.

Quiero agradecer al Hospital Alemán, a INCUCAI y a todos los profesionales que participan salvando vidas: Médicos, cirujanos, anestesistas, enfermeros, camilleros, auxiliares y administrativos.

Y, aún más importante, transmitir el agradecimiento a esa persona que no sé quién es, ni cómo se llama, pero que se transformó en mi héroe o heroína personal por el resto de mi vida.

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